En 2021 se cumplen 100 años desde el descubrimiento de la insulina, un momento ideal para echar la vista atrás y ver cómo ha evolucionado el tratamiento de la diabetes.

Desde que los antiguos egipcios descubrieron la diabetes allá por el 1500 A.C. el tratamiento de la enfermedad ha cambiado de forma radical. Por aquel entonces se trataba con una dieta de cuatro días a base de huesos, trigo, granos, arena, plomo verde y tierra.

Durante casi 3.000 años médicos y estudiosos hicieron múltiples hipótesis sobre esa rara enfermedad que causaba que las personas tuvieran una orina dulce como la miel. Hasta que en 1812 se reconoció como una entidad clínica en el New England Journal of Medicine and Surgery y se comenzó a investigar de forma rigurosa.

Desde entonces los avances en el tratamiento de la diabetes no han parado de llegar. La calidad de vida de las personas con diabetes no ha parado de mejorar año tras año. Y para muestra, un botón.

El descubrimiento de la insulina

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Aunque la insulina no se descubrió hasta 1921, los primeros pasos se dieron en 1889 cuando se descubrió que la causa de la enfermedad estaba en un mal funcionamiento del páncreas.

Desde entonces los experimentos no pararon de sucederse hasta que los médicos canadienses Frederick Banting y Charles Best, consiguieron aislar la insulina y demostrar su efecto sobre la glucemia. Junto a James Collin y John Macleod trabajaron en purificar la insulina de procedencia bovina. Sí, habéis leído bien, insulina de vaca.

Al poco tiempo se pasó de páncreas de vaca a páncreas de cerdo. Aun así la insulina porcina seguía sin ser ideal. Se necesitaban 50 cerdos para cubrir las necesidades anuales de insulina de una persona. Lo cual hacia que el tratamiento sólo estuviera al alcance de unos pocos. Además, causaba alergia en algunos pacientes.

Por suerte en 1982, tras muchos años de investigación, llegó Humulin la primera insulina vegana. Fabricada de forma sintética en el laboratorio y 100% idéntica a la que produce el cuerpo humano.

La llegada de los Glucómetros capilares

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Tras la llegada de la insulina, la segunda gran revolución para el tratamiento de la diabetes fue la llegada de los glucómetros capilares. Esos pequeños tamagotchis capaces de decirnos la glucemia en apenas unos segundos. Aunque los primeros modelos tardaban más de 5 minutos en dar el resultado y costaban más de 2.500 € (si ajustamos el precio con la inflación). Unas 30.000 pesetas de la época (1980).

Aunque lo más curioso es que en su momento la Asociación Americana de Diabetes se opuso a que fueran los propios pacientes quienes se autocontrolaran el azúcar. Algo impensable hoy en día, visto lo mucho que ha mejorado la calidad de vida de las personas con diabetes.

La bomba de insulina y la automatización del tratamiento

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Esa pequeña mochila que veis sobre estas líneas es la primera bomba portátil de insulina. La diseñó en 1963 el Dr. Arnold Kadish con el objetivo de mejorar el tratamiento de las personas con diabetes Tipo 1. Como os podéis imaginar, nunca se llegó a comercializar. Era demasiado grande y administraba la insulina por vía intravenosa.

Tuvimos que esperar casi 20 años hasta que la primera bomba de insulina llegó al mercado. El modelo Autosyringe (de 1978), que causó mucho entusiasmo, pero no contaba con los controles necesarios para administrar la insulina de forma segura. No era muy fácil de usar y necesitaba de un destornillador para ajustar la dosis. De ahí que se reservase para una minoría de pacientes.

Gracias al avance de la tecnología y la miniaturización, hoy en día las bombas de insulina son mucho más cómodas para el paciente ocupan menos que un teléfono móvil.

La medición continua de la glucosa

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La cuarta revolución del tratamiento de la diabetes no ha sido otra que la de los datos. Gracias a los parches de medición continua podemos conocer el nivel de glucosa que tenemos las 24 horas del día. Si a eso le sumamos analíticas y tratamiento cada paciente dispone de una cantidad infinita de información con la que tomar decisiones sobre su tratamiento.

Un salto cualitativo que nos permite saber qué está pasando en nuestro cuerpo en cada momento de nuestra vida. Todo desde nuestro smartphone y sin los dichosos pinchazos en el dedo.

Lo que nos lleva de lleno a la siguiente avance en el tratamiento de la diabetes…

El siguiente paso: Simplificar el tratamiento de la diabetes

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Las personas con diabetes nunca hemos tenido tanta información de lo que pasa en nuestro cuerpo. Sin embargo, nunca ha sido tan complejo tomar decisiones sobre el tratamiento. Flechas, tendencias, porcentajes en objetivo… Hay tal cantidad de datos que muchos pacientes se sienten abrumados. De ahí que el siguiente paso que tenemos que dar para mejorar la vida de las personas con diabetes es el de la simplificación.

Tenemos la información y ahora tenemos que ayudar a las personas a entender qué está pasando en su cuerpo. Porque si algo hemos aprendido todos estos años es que el autocontrol y el empoderamiento del paciente es clave para mejorar el tratamiento de la diabetes.

Por eso estamos desarrollando Cori. Una app con la que queremos ayudar a las personas con diabetes a entender todos los datos que les dan sus parches, para que puedan interpretar por sí mismos la información y tomar decisiones adecuadas con la ayuda de su médico. Porque de nada sirve todo este Big Data si nadie es capaz de descifrar lo que nos quiere decir. Si estás interesado en probar Cori:

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Y esto ha sido únicamente el principio. Porque si de algo podemos estar seguros es que la comunidad científica no dejará de trabajar hasta conseguir la cura contra la diabetes. El día en que todos estos avances queden obsoletos y sean un recuerdo del pasado.